jueves, 26 de enero de 2023

VETERANOS DE AYER Y DE SIEMPRE

 

VETERANOS DE AYER




“VOLVER AL GOLFO ¿LA HISTORIA SE REPITE?

Mientras Argentina sigue en una situación defensiva calamitosa, habría posibilidades de volver a colgarse del furgón del intervencionismo foráneo




Por Charles H. Slim
Con el actual gobierno muchas cosas que parecían imposibles de reeditar parecieran en realidad que son muy posibles de hacer. Para quienes no lo recuerden, en Septiembre de 1990 el gobierno de Carlos Saúl Menem se embarco junto a la Coalición Aliada dirigida por EEUU en la que se conoció como la “guerra del Golfo Pérsico”, un conflicto que (además de vigente) aún sigue siendo objeto de estudio en las Academias y Universidades militares del mundo.

La agenda del gobierno de Menem que por esta intervención pretendía una supuesta “redemocratización” del país, la inserción dentro del concierto mundial y una supuesta articulación de las políticas domésticas para que se conjugaran con políticas externas (de realismo y pragmatismo) en conexión con las que impulsaba Washington, llevaría a la Argentina al “primer mundo” esto según lo charlado en varias ocasiones entre los presidentes Carlos Menem,  George H. Bush y su sucesor Bill Clinton[1].

Incluso aquella participación les dio a varios funcionarios menemistas la libertad de hablar de “alianza” más que de una cooperación para la “seguridad internacional” en el marco de Naciones Unidas, uno de los argumentos por los cuales la Casa Rosada envió al contingente naval. No olvidemos pues las palabras del ministro de Defensa Erman González cuando, embelesado tras la llegada exitosa de las dotaciones de la Armada  dijo “Somos el aliado del país de norte en el Cono sur”[2], cuando en realidad este tipo de relaciones se da entre iguales.

Pero como lo hemos comentado durante mucho tiempo, en la Argentina éste conflicto paso invisible y se guardo en lo más profundo de un cajón de los archivos del Ministerio de Defensa. Lo mejor que se podía hacer con aquella experiencia era, olvidarla. Mucho menos, fue tratada por la misma fuerza (Armada) que había participado; son cuestiones de la subordinación castrense me comento alguien. Y así pasaron los años, lejos de analizar la experiencia particular de semejante situación a la que muchos catalogan como la primera guerra de alta intensidad antes de finales del siglo XX[3], los políticos de turno temerosos por las consecuencias de abordar la participación de la Argentina en tan luctuoso escenario y que reabrirían debates sobre la actuación de sus colegas de aquel entonces, prefirieron el silencio eterno.

Pero los giros de la historia llevan a que como suele decir el dicho “la historia se repita”, aunque en realidad lo hace atendiendo a las circunstancias del momento en que ello ocurre. Las actuales condiciones de las FFAA argentinas, la posición política de su gobierno y el volátil escenario del Medio Oriente, hacen que, como se están perfilando las cosas pueda llegar a existir una nueva “requisitoria”  de la Coalición Internacional anti ISIL para que Argentina preste colaboración en las operaciones navales que se despliegan actualmente desde la Península arábiga hasta el Golfo Pérsico.

Hoy no es “Saddam” el objetivo de la campaña o de operaciones aprobadas por resoluciones de Naciones Unidas para extender la “democracia y la libertad” en Iraq, hoy el objetivo es mucho más peligroso, difuminado e inestable lo cual debería hacer entrar en razones a los responsables del área de la defensa argentina antes de inmiscuirse en una guerra que además de no ser propia, no tiene nada de convencional. Incluso no es Iraq o el denominado “ISIL” el verdadero objetivo de los planes que de cuecen a fuego lento en la región. La variedad de cuestiones hacen precisamente demasiado complejo el asunto para meterse sin estudio previo.

Las cosas han cambiado mucho desde aquellos calurosos y húmedos días en los que la agrupación “ALFIL1” compuesta por el destructor “ARA Almirante Brown” y la corbeta “ARA Spiro” participo de las operaciones de cobertura logística y custodia de los convoyes de provisiones destinados a abastecer el desarrollo de la “Tormenta del Desierto”. Por estos días hace 27 años atrás, ambas unidades salían del teatro de operaciones y tras hacer combustible con el buque de reabastecimiento “USS- Seatle” pasaban por el Canal de Suez en Egipto para ya tomar rumbo a casa.

Los peligros actuales se han magnificado a niveles impensados para aquella época, que recordemos, fue para la flota de guerra argentina, una absoluta novedad en lo que refería a los despliegues tecnológicos de una guerra altamente tecnificada. Si en aquellos momentos necesitaron de adaptaciones a los sistemas de comunicaciones (claramente viejos y desfasados) para poder operar coordinadamente con las unidades de la OTAN, hoy esto se volvería ciertamente muy dificultoso. Solo piense usted en las nuevas armas antibuque y los sistemas de anulación electrónica que además de dañinamente eficaces son invisibles ¿Cómo podría lidiar un buque argentino con estos problemas?

Otro aspecto es el geopolítico ya que EEUU ha dejado de ser la potencia hegemónica del momento y hoy se ve arrinconada por la creciente influencia rusa en el mundo y en especial por los anuncios realizados hace apenas una semana por el presidente Vladimir Putin[4], que dejan al poderío de la OTAN en un segundo o incluso tercer plano.

Ciertamente es un alivio ver que algunos sectores han comenzado no hace mucho y después de nuestras publicaciones a estudiar e incluso revisar –aunque de una manera bastante leve y limitada- cuáles fueron las implicancias de la misión naval[5] en aquella oportunidad. No debe olvidarse que los supuestos beneficios  para la institución y el país que surgirían de esta participación, fueron reducidos a prácticamente a la nada no solo por la pérdida de interés por parte de los gobiernos en la Casa Blanca y del Pentágono en la inserción de Argentina en algún nivel inferior de la OTAN sino más bien, por las propias inconsecuencias del gobierno de aquel entonces que demostraron la falta de continuidad, compromiso político y estabilidad de planificación necesaria para participar dentro de la estructura de la Alianza Atlántica.

Pero las políticas de defensa del actual gobierno parecen estar tomando por caminos sinuosos y lejanos a los intereses de la nación.

El luctuoso y no aclarado hecho del submarino argentino estaría acelerando las tratativas para que Argentina tenga un papel en los asuntos militares de dicha coalición en la zona del Medio Oriente, para desviar las sospechas que hay sobre la autoría del siniestro. Ello a su vez revelaría los intentos por cerrar definitivamente el tema y alejar las posibilidades de que, además de hallar al “ARA San Juan”  el gobierno argentino se vuelque a tratar con Rusia para reestructurar el sector. Lo que no queda aún bien claro, cuales son los reales objetivos para los que serían enviados algunos elementos de la Armada (que sirva la aclaración), se halla en una situación material extrema.

En el actual panorama que se vive en la región, las posibilidades oscilarían entre el Golfo de Adén en Yemen o el Golfo Pérsico para operaciones de apoyo a la “Coalición Internacional anti ISIL” que en realidad enmascaran las operaciones de contención dirigidas por el CENTCOM sobre Irán y Siria.

Para muchos marinos la posibilidad de realizar una aventura semejante es prácticamente imposible, no solo por la carencia material para concretar una participación como la que se especula sino también, porque no se han aprovechado las experiencias recopiladas en 1990 y 1991 cuando el grupo de tareas T.88.0 trabajo con las Armadas más experimentadas del mundo, entre ellas la británica.  Existe cierto temor en que estas experiencias sean explotadas en el marco de nuevos objetivos y en beneficio de actores que además de ser parte de las hostilidades, están teniendo demasiado protagonismo en la defensa y seguridad actual del país.



[1] Daros recogidos por Anabella Busso, de los seis encuentros que tuvieron a lo largo de la presidencia de Menem. La primera en la visita de George H. Bush el 5 de diciembre de 1990; el 29 de junio de 1993 con la visita de Menem a Clinton; 24 de junio de 1994 encuentro extraoficial entre Menem y Clinton; 26 de septiembre de 1994 encuentro entre ambos en Naciones Unidas; 25 de octubre de 1995 tras un fugaz encuentro en la sede la ONU.
[2] LA NACIÓN, Buenos Aires, 2 de julio de 1991, pág. 4
[3] PLAZAS, Paola, “Guerra del Golfo”, publicado en SlideShare: https://es.slideshare.net/paoplazas11/guerra-del-golfo-17108961
[4] RT.com. “¿Para qué necesitamos un mundo sin Rusia?: Putin habla sobre una eventual guerra nuclear”. Publicado el 7 de marzo de 2018.  https://actualidad.rt.com/actualidad/264865-rusia-usar-armas-nucleares-respuesta-ataque
[5] DEFENSA NACIONALY DEL MUNDO. “La Armada Argentina en el Golfo Pérsico”. http://defensanacional.argentinaforo.net/t10144-la-armada-argentina-en-el-golfo-persico

domingo, 12 de junio de 2016

VETERANOS DE AYER


“NO, PERO SI ¿VUELVE LA ARGENTINA AL GOLFO PERSICO?

Cómo el gobierno de Mauricio Macri puede en su enfoque geopolítico volver a cometer los mismos errores que Menem




Por Charles H. Slim
Aunque como de costumbre los medios informativos no digan nada sobre temas complejos, éstos se siguen tratando en el más absoluto secreto y con mucho interés por aquellos que aspiran a tomar el control del Status Quo en un país sumido en la idiotez del circo mediático. Más allá del problema económico financiero que asola al país y del crecimiento del desempleo que ocupa la atención de los ciudadanos medio, otras cuestiones evolucionan a la par y son dejadas de lado por los supuestos medios independientes que supuestamente, no se alquilan al mejor postor.  Uno de estos temas es la posibilidad de que Argentina vuelva a involucrarse en una operación bélica como la realizada hace 25 años atrás en la región del Golfo Pérsico pero esta vez contra la República Islámica de Irán.

Ahora bien, la realidad del estado de la defensa nacional no es el optimo, incluso algunos directamente  han señalado que es pésimo y su caída en la degradación ha sido obra de las administraciones pasatistas repletas de revanchismos y prejuicios políticos demodé.  Esto lleva a que muchos se cuestionen ¿Cómo podría Argentina colaborar con éste posible plan?

Además hay que señalar que el país tiene ciertos déficit en su haber para poder concretar una maniobra como la que se estaría planificando en los estados mayores de aquellas potencias extranjeras. Uno de ellos es la carencia de una legislación que contemple en forma clara, la situación de la salida de tropas para intervenciones fuera de sus fronteras y que –como fue la del Golfo Pérsico en 1991- se involucren en operaciones de batalla. Si se concretaran estos planes, le será muy difícil al gobierno maniobrar legalmente para justificar una partida como la de aquel entonces.  Al parecer la cartera de defensa y de los responsables en legislar sobre la materia sigue estando en manos de aficionados (para ser medianamente indulgentes).

Como hemos dicho en muchas oportunidades, el tema de la defensa suele ser relegado para dar cabida a las contingencias que vaya marcando la agenda mediática del momento que busca distraer.  Mientras durante la anterior gestión se han gastado millones de pesos en reclutar, reequipar, entrenar y armar a miles de agentes de policía que en número, sobrepasan a los porcentuales por habitante que tienen metrópolis como New York o Londres, la Fuerza Aérea y la Armada han retrocedido sin exagerar unos sesenta años, algo que operativamente y desde el punto de vista de la responsabilidad política es muy grave.

 Aquella fue una de las grandes hazañas del llamado “Kirchnerismo”, crear puestos de empleo a costa del erario público y convertir al país en un virtual estado policial corrupto e ineficiente que entre algunas curiosidades, llegó a identificarse con algún que otro gobernador.

Esta habría sido –aunque ustedes no lo crean- la concepción de una política de defensa, del control puertas adentro olvidándose de lo que ocurría y lo entraba desde afuera; sin dudas a la vista de cualquier estratega,  un absurdo total.  Así pudimos ver como hasta cinco fuerzas de seguridad convivían al mismo tiempo en una misma jurisdicción creando un caos más funcional a la delincuencia que beneficioso para la seguridad ciudadana.  Hoy, el gobierno de CAMBIEMOS le ha confiado a agencias israelíes y estadounidenses el diseño policial e incluso evaluaciones de los candidatos para ocupar las jefaturas de la fuerza.

Pero la seguridad policial no tiene nada que ver con la defensa. Guste o no a la clase política que calienta los sillones de sus puestos muy bien remunerados, es un tema muy complejo y que en la peligrosa actualidad internacional, un país no puede darse el lujo de prescindir de un esquema serio y continuo de defensa estratégica que logre la disuasión de potenciales agresiones que hoy día se hallan mayormente enmascaradas bajo apariencias de inocuidad  y la clandestinidad. Sin una política de defensa y menos aún una política geoestratégica como poseen sus vecinos (Chile, Brasil y Bolivia), Argentina poco puede negociar en una mesa con potencias como EEUU, Francia e Israel que están teniendo mucha influencia –demasiada- en varias decisiones internas que harían a las políticas que la Casa Rosada deberá decidir en breve.
argentinos sirviendo en el ejército israelí

Hoy se están filtrando algunos rumores de que Tel Aviv y Washington están diseñando la política exterior del país, orientada a convertir a la Argentina en el brazo sudamericano para el desarrollo de una nueva fase de la geopolítica de aquellas potencias, que –entre otros temas- han venido postergando su tan anhelada agresión contra Irán.  Según algunas fuentes, asesores militares y de inteligencia han llegado a Buenos Aires para comenzar tratativas sobre la posible reestructuración de las FFAA lo que conllevaría como contraprestación, una adhesión y segura participación del país en una nueva campaña en la región del Golfo Pérsico.

Las conversaciones para el mejoramiento del sector de la defensa ya había venido siendo un tema tratado el año pasado cuando los representantes de CAMBIEMOS y el mismo Macri visitaron  EEUU en donde logró obtener varios pulgares para arriba si llegaba al poder.

La construcción de una nueva defensa o recomponer a las maltrechas FFAA existentes, sin dudas será una tarea  ardua ya que el estado de abandono que presenta el área es altamente  crítico. No hay que olvidar que esto se halla condicionado y muy vigilado por Londres que no permitirá una potencialidad militar que amenace a sus intereses en el Atlántico sur.  Esto fue puesto de manifiesto por el mismo Cameron a Macri en la cumbre de Davos  a comienzos de año. De esta manera, Gran Bretaña juega como una especie de contralor de hasta donde Argentina podrá adquirir un cierto poder militar. Las muestras de ello abundan e incluso se pudo advertir no hace mucho, cuando algunos medios anunciaban inocentemente que Argentina podría adquirir el sistema de misiles crucero de las industrias “Indo-rusas”  BRAHMOS, lo  que para quienes estamos al tanto de quiénes manejan a la Argentina, eso era de imposible concreción.

Para llevar adelante estos reajustes en la infraestructura militar, a la par se han venido viendo como el gobierno de Macri ha tomado varias decisiones políticas que propenderán a lograr concretar estos proyectos. Entre ellos, los cortes de señal con los multimedios considerados por Washington como hostiles. 

Tras la llegada e instalación de la mega cadena CNN, comenzaron a concretarse los cortes de señal de medios “políticamente inconvenientes” que desde hace cinco años fastidian a la Casa Blanca y también a sus aliados. De esta manera se pudo ver como Buenos Aires dio por finalizada sus trasmisiones gratuitas de  la cadena venezolana TELESUR  y solo unas horas atrás,  rescindió la contratación para que la señal de RT (Russian Today), las cuales  dejarán de trasmitir desde Argentina. 

También Tel Aviv tempranamente puso sus condiciones sobre cuales medios no debían supervivir en la nueva era, especialmente los de origen árabe e islámico como son el caso de las agencias iraníes “HISPAN TV”, “IRNA” e incluso canales islámicos argentinos como “ANNUR TV”, que tras ser denunciado por los sectores sionistas argentinos, fue inmediatamente señalado por Tel Aviv para que cerrara sus trasmisiones. 

 Sin dudas, esto forma parte del control informativo que tratara de orquestarse para reducir el impacto de las acostumbradas atrocidades que tanto uno como su aliado, cometen entre las poblaciones islámicas de la región.

Sin lugar a dudas, esto supera y por muy lejos a las políticas que el gobierno de Menem denomino de  “cooperación bilateral en materia estratégica”, que solamente beneficiaron a Washington por lo que de “bilateral” no tuvieron nada.  En aquel momento las promesas de que Argentina –por medio de estas implicancias- participaría en la parición de un “nuevo mundo, de paz y progreso”, el tiempo demostraría que nada de ello tuvo visos de verdad y que a los intereses argentinos claramente no aportaron nada.

Está claro y más allá de las comparaciones con aquella oleada neoliberal de los noventas que parecía imposible de reeditar, hoy el país pareciera enfilarse a similares horizontes en donde aquellos intereses vuelven a la carga con nuevos preparativos para que Argentina se involucre decididamente en una mucho más compleja geopolítica internacional en donde y a diferencia de lo que ocurría en los comienzos de los noventas, EEUU ha perdido claramente la supremacía política y ve ciertamente amenazada la militar.

Todo esto es parte de un preparativo que va más allá de los intereses argentinos. Mientras se despliega un espectro mediático acorde a estos intereses, los preparativos para “ayudar a la defensa nacional”, esconden claros y oscuros planes que implicarían entre otros objetivos el embarcarse en una muy peligrosa aventura militar contra un país soberano. Según algunas fuentes, las inversiones que los “amigos extranjeros” del gobierno y sus partidarios de CAMBIEMOS buscan aportar,  se centrarían en proveer material naval y aviones para conformar una pequeña flota que le dará al país, una operatividad que no desplegaba desde 1982.  Ante la situación imperante, esto para los oídos de los efectivos de las famélicas FFAA representaría un revivir en sus tareas operacionales para las cuales fueron instruidos durante años.  Sin dudas, que si los pilotos ven a su disposición un moderno avión de combate sobre la pista o un capitán un buque de mediana tecnología listo para zarpar, sería un sueño hecho realidad postergado por décadas de pésimas administraciones y politiquerías mezquinas.
Escudrilla Phanter ARA 1965

Y qué decir de la Marina de guerra argentina, que allá por la década de los cuarentas en el siglo pasado, llegó a ser la más poderosa del Cono sur y que tras estar incluso al nivel de la naval norteamericana, que tras la meritoria acción en la guerra de Malvinas cayó a la más absoluta postración por revanchismos políticos que beneficiaron mucho más a los enemigos del país, que  a los partidocráticos y arribistas sectores nacionales. Aparentemente el desempeño de la misión argentina que incursionó en el Golfo Pérsico entre 1990 y 1991 su participación ha sido muy bien calificada por el Pentágono y ello quedo registrado en los archivos.


Según algunas fuentes reservadas, el merito del grupo de tareas argentino T.88 que operó en aquella jornada, especialmente la que participó de las operaciones “Tormenta del desierto” no solo había causado una muy buena impresión en los camaradas que operaron junto a los navíos argentinos sino que incluso, los altos cargos en el Almirantazgo del Departamento Naval estadounidense  solo tuvieron palabras de elogio y reconocimiento por el desempeño de sus operaciones. Algunos documentos del Pentágono que se mantienen como CLASIFICADOS, revelan  excelentes observaciones en la evaluación del desempeño de los argentinos incluso por encima de otros de sus aliados en el TKO. Quizá el más importante de estos documentos sea el informe del director de la Inteligencia Naval de Estados Unidos el Contraalmirante Thomas Brooks quien, basándose en los reportes de operaciones que le elevó el Comando de operaciones en el Golfo Pérsico y de informes de inteligencia del MARCENT,  evaluó el desempeño argentino como “muy profesional y remarcable”, que  según algunos mal pensados, fue bien escondido por  el entonces  gobierno menemista.  

domingo, 23 de febrero de 2020




“ALGUNAS CONCLUSIONES DE LA TORMENTA DEL DESIERTO”
A 29 años del final de la Guerra del Golfo: ¿Qué misión tuvo el grupo de Tareas naval argentino GT 88.0 denominado “Alfil 1” durante las operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto?”

Por Dany Smith

Poco o nada se ha estudiado y mucho menos divulgado en la Argentina sobre los entretelones de una de las campañas bélicas convencionales más cruentas de finales del siglo XX. Nos referimos a la vulgarmente conocida como “Guerra del Golfo” en la cual y pese a los pruritos políticos que aún perviven allí, el país sudamericano fue parte de aquella campaña en las angustiantes jornadas de comienzos de los noventas.

Dejando a un lado la faz meramente política de aquella decisión, veremos cómo y cuál fue el alcance de los servicios prestados por el Grupo de Tareas argentino (T.88.0) dentro de aquella monstruosa organización operacional que en un comienzo comenzaría a desplegarse con la llamada OPERACIÓN ESCUDO DEL DESIERTO dedicada a la vigilancia y contención de una posible ofensiva iraquí sobre los campos petrolíferos de Arabia Saudita y que más tarde desde el 17 de enero de 1991 evolucionaría a una fase netamente ofensiva denominada como OPERACIÓN TORMENTA DEL DESIERTO.

Ante todo debemos dejar en claro que el diseño de ambas operaciones, estuvo bajo la autoría y dirección del Departamento de Defensa de los EEUU desplegadas en el Teatro de Operaciones que abarco todo el golfo bajo la jurisdicción operativa regional del Comando Central de los Estados Unidos CENTCOM[1] y en lo que hizo al ámbito especificio de las operaciones en el mar las mismas estuvieron supeditadas en primera instancia al MARCENT[2]. La aclaración es a los fines de dejar en claro que dicha estructura fue pensada para un propósito netamente ofensivo que comenzó a conformarse a mediados de octubre de 1990 y que estuvo totalmente alejado de una supuesta tarea de pacificación encargada por Naciones Unidas.   

La única participación institucional vinculante de Naciones Unidas fue la emisión por parte del Consejo de Seguridad de una autorización para el uso de la fuerza que dicho sea de paso, revela una vez más la inexistencia de alguna misión de paz.

Uno de los problemas que afrontó Washington por aquel entonces, fue la necesidad (política y estratégica) de que sus fuerzas armadas concretaran una operación militar breve y eficaz en el resultado. Una guerra extendida en el tiempo era inaceptable tanto para La Casa Blanca como para la opinión pública estadounidense que seguía resintiendo el “Sindrome de Vietnam”. A pesar de la potencialidad militar y de los amplios recursos con los que contaban los estadounidenses (el apoyo de la OTAN), varios factores del objetivo encargado y las capacidades militares iraquíes de aquel entonces, hicieron necesario que se conformara una “Coalición” a los fines de –entre otras cuestiones- cubrir amplias áreas de servicio vitales que distraerían a unidades irreemplazables en la ejecución de las operaciones ofensivas.

Para concretar estos planes, se requería de una organización, que para este desafío se preanunciaba como muy compleja. Para ello había que tomar algún modelo de organización e implementarlo a la brevedad para comenzar a estructurar una mega fuerza militar combinada (terrestre, naval y aérea) que revestiría una alta complejidad para su ensamble, mantenimiento y conducción. Como primera fase, había que recopilar información de la situación en el terreno y las necesidades que se debían cubrir por esta mega estructura. Una vez que se contaba con este material había que tomar las decisiones para llevar adelante las operaciones y por último, la implementación fáctica en el terreno de esas decisiones.

La fase informativa es vital dado que a partir de ella se determinaran los modos, las opciones y vías de acción para desarrollar las operaciones militares, un ítem que los estadounidenses en aquellos momentos tenían cubierto dado su previo e íntimo conocimiento sobre las capacidades militares iraquíes, adquirido por su apoyo durante la guerra contra Irán (1980-1988).

De ello se elegirá la opción más conveniente a los fines buscados. Queda claro que las comunicaciones deben ser fluidas y seguras para el éxito de una organización tan compleja como la conformada en aquella oportunidad pero que los EEUU vio compensada con su ventaja tecnológica.  En este sentido y por el tamaño de la fuerza militar que se requería para forzar a los iraquíes a desalojar Kuwait, era evidente que el modelo organizacional no podía ser rigido y dependiente de decisiones de un comando centralizado y bajo un solo liderazgo. Se requería de rapidez en la toma de decisiones sin que ello supusiera falta de evaluación de la situación a resolver. Ello para nada significaba que existía libertad de acción operativa o el abandono a la mera discreción de los comandantes de cada grupo de tareas en el área asignada.

En el caso de las operaciones navales dentro del Teatro de guerra, en las cuales participaron dos unidades navales argentinas (Alfil 1), las decisiones tácticas no podían salirse de un marco predeterminado por las decisiones  previamente impartidas desde los Comandos de cabecera en Riad y Dahram.


En este último sentido, los capitanes del destructor “ARA Almirante Brown” y de la corbeta “ARA Spiro” respectivamente no actuaron por motu proprio ni por ordenes devenidas de un Comando de fuerzas al estilo de las UNPROFOR[3] bajo mandato de Naciones Unidas como simplonamente se suele argumentar desde sectores políticos del Ministerio de Defensa y oficiales de la Armada Argentina sino que debieron ajustrase al marco operativo diseñado por los especialistas de la logística estadounidense. La doctrina prevaleciente en todas unidades navales operando dentro del Golfo Pérsico desde el 17 de enero hasta el 28 de febrero de 1991 fue la de “guerra” en todo el alcance de su acepción. Por tal hecho, ambos altos oficiales fueron debidamente instruidos en las Conferencias realizadas por los comandos navales ARCENT[4] y el NAVCENT[5] a cargo de los militares estadounidenses –no de Naciones Unidas- para que atendiendo a procedimientos ATO y tras la adaptación de sus sistemas de señales y comunicaciones, sus dotaciones operaran de forma conjunta y combinada con otros grupos navales proveyendo servicios aeronavales en una determinada área de las aguas del golfo.

Las tareas encargadas al grupo argentino se hallaban dentro de los planes organizacionales de aquella “Coalición” y que, al igual que las demás fuerzas navales no estadounidenses presentes en el golfo, cubrirían puestos de servicios vitales para el desempeño de las operaciones que propondieron al éxito de la organización toda (Coalición).

De ese modo y en pleno de la fase bélica, mientras algunos grupos navales se centraron en proporcionar apoyo de fuego naval, inteligencia y cobertura electrónica para los aviones que incursionaban sobre Kuwait y el sur de Iraq, otros como el grupo argentino proveyeron apoyo logístico, vigilancia  y custodia a los convoyes  de aprovisionamiento que se dirigían a los puertos sauditas de “Al Jubail” y “Dammam” los cuales por encontrarse dentro del Teatro operativo podían ser blanco de una sorpresiva ofensiva iraquí.

La función del grupo naval argentino fue vital para proveer los medios a las fuerzas de la Coalición necesarios para satisfacer las exigencias de la guerra planificada. Por medio de la prestación de este servicio se determinó cómo y dónde debía concentrase la fuerza de batalla que se desplegaría en tierra bajo la protección esencial de fuerza aérea la cual estaba sometida a su propio comando operacional. Sin éste servicio proveido mayormente por una ruta marítima segura no se habrían podido establecer los centros y bases de abastecimiento logístico más al oeste de “Wadi Al Batin” en Arabia Saudita. Tal como lo enseña el diseñador de la logística para ésta campaña “la logística proporciona la capacidad de poder de combate”[6] dejando en claro, que sin la prestación de este servicio –como una condición sine quanon- no se habrían podido cumplir con los objetivos estratégicos y tácticos trazados en aquella oportunidad.

Pero a pesar del plan presentado, el mismo estuvo bajo constantes observaciones y retoques realizados de parte de los especialistas en logística de cada comando involucrado, quienes asesoraban a sus comandantes quienes a su vez se veían obligados a realizar reuniones de información para ir actualizando a cada uno de los Comandos que operaban en el Teatro.

Visto a la distancia y considerando lo escencial de una gigantesca logística como la quí puesta en marcha, imprescindible  para movilizar a esta mega fuerza militar que se estaba concentrando a más de 500.000 hombres en el territorio saudita, de haber sido los iraquíes más audaces en su iniciativa y aprovechando los recursos con los que contaban (entre ellos los misiles SS-SCUD y sus variantes reformadas), de haber atacado la ruta naval y en particular los puertos de “Al Jubail” y “Dammam” a comienzos de octubre o incluso noviembre, hubieran retrasado críticamente las operaciones de la Coalición aliada creando la incertidumbre entre los aliados y poniendo en jaque los planes políticos de la Casa Blanca. Esto obviamente no ocurrió por una decisión que estuvo sometida a consideración y análisis del rigido Comando militar y político iraquí en Bagdad basado esencialmente en una doctrina netamente soviética.

Por lo pronto hay que remarcar, que todas las naves que desde septiembre de 1990 ingresaron al Golfo Persico, estaban poniéndose en una situación potencial de conflicto dado que (más allá de las resoluciones de Naciones Unidas) la implementación de tareas de bloqueo comercial a los puertos y rutas comerciales iraquíes, la interceptación de naves comerciales en ruta a dicho país y su captura representaban acciones hostiles que podían generar una respuesta legitima y no amistosa por parte de Iraq. Asimismo y visto a la distancia la comprobada determinación de Washington por ir a la guerra contra Iraq, quedo claro que el bloqueo implementado fue parte funcional a la estrategia militar estadounidense, destinada a crear el debilitamiento material y moral en el bando iraquí que buscaba esencialmente una definición rápida que evitara una extensión de la guerra más allá de lo conveniente para La Casa Blanca y el Pentágono.


El gobierno argentino se dio cuenta tarde de aquello y ante la inminencia de las acciones bélicas y sin poder discutir lo planificado, su Congreso debió sancionar una ley para autorizar el legítimo uso de la fuerza por parte de sus tropas[7].

De más estar mencionar que dentro de estas tareas venían ínsitas las  propias correspondientes a cada una de las unidades que componían al grupo. En este sentido el destructor “Almirante Brown” (D-10), por su clase (MEKO-360) y tal como estaba acondicionado, se hallaba preparado junto a la corbeta “Spiro” (P-43) para proporcionar la tarea de protección en todo tiempo contra incursiones de embarcaciones menores (DHOWS comufladas como de pesca)[8] para el sembrado de minas con gran potencia de fuego, o de hombres rana que se movían en botes de goma y de posibles ataques aéreos contra la ruta logística. En este sentido y por último abunda tener que señalar que estos buques debían estar listos para el combate abierto y por ello autorizados de tomar las decisiones necesarias acordes a la situación del momento a fin de proteger los objetivos asignados.  Con todos estos elementos a la vista, concluir que las unidades navales argentinas habrían participado en una “misión de paz” (Peacekeeping o Peacemaking) es pretender alterar la verdad de los hechos de la historia contemporánea.


[1] United States Central Comand creado en 1983 con la intensión de controlar una región vasta comprendida entre Eutopa, África hasta el Indo-Pacifico.
[2] Marine Corps Central Command
[3] Fuerza de Protección de Naciones Unidos que recién se creo en 1992 a instancias de la guerra civil en Bosnia Herzegovina.
[4] Army Central Command
[5] Navy Central Command
[6] Operational-Logistics-and-The-Gulf-War, by Williams G. Pagonis and Miachel D. Krause, Paper n° 13, 1992, The Institute of Land Warfare
[7] La sanción de la ley 23.904 fue realizada el 24 de enero de 1991, unos días después del inicio de las hostilidades. Actualmente rige la ley 25.880 de 2004 que autorizan a las FFAA a desarrollar ciertas actividades fuera del país.  
[8] OP. ALFIL, por CP CERBINO y SA MEDINA. 19 de Noviembre de 2019, https://storymaps.arcgis.com/stories/dbdcd62dbceb417e85f3586fe6914621

martes, 17 de enero de 2023

“LA NUEVA LUCHA”

 “LA NUEVA LUCHA”


Por años la situación de los marinos argentinos en la guerra del Golfo Pérsico de 1991 había quedado oculta bajo la alfombra de la historia. Según últimos trascendidos, la justicia estudia un caso referido a esto ¿Habrá llegado la hora del reconocimiento oficial?



Por Dany Smith
Tras una investigación realizada en varios casos de los gobiernos que enviaron efectivos a la guerra del Golfo Pérsico en 1991, solo hay un país que increíblemente aún  no ha reconocido la condición de veteranos a sus hombres y ese es el caso de la república Argentina. Este particular caso había venido siendo un tema para nosotros entendiendo que a más de 25 años de aquella terrible guerra y de las implicancias que la rodearon y las consecuencias que aún siguen palpando miles de aquellos veteranos que consideramos camaradas (más allá de las nacionalidades), se hace necesario resaltar cuando nos llegan novedades alentadoras sobre su situación.

Hasta donde nos habíamos enterado, solo algunos contados casos habían sido puestos al conocimiento de las autoridades gubernamentales de este país para que se les diera el tratamiento correspondiente enfocado al reconocimiento de la condición de veteranos de guerra, inentendiblemente  relegado por su gobierno.  

Según nos comentan, hace unos días se interpuso ante la justicia federal argentina el primer pedido formal ante la justicia de un caso de los más de 500 marinos que participaron en el denominado grupo “Alfil 1” ( Derecho y justicia. “La cuestión, Veteranos del Golfo Pérsico”. http://derechoyjustcia.blogspot.es/). Pese a lo misérrimo del número, pareciera ser la punta de flecha de un reclamo que más tarde o más temprano debiera masificarse.

Por lo pronto y más allá de cuanto tarde en procesarse este reclamo judicial, hay algo que aún no se logra entender, desde la lógica claro, de otras legislaciones que no han dudado en ningún momento reconocer a sus hombres de armas los derechos que por ley de servicio les corresponde.

El caso de los argentinos no se entiende. Algunos de sus colegas y compañeros de tareas como fueron los marinos canadienses quienes operaron en el marco de la que denominaron “Operación Fricción”, prestaron junto a los argentinos y españoles, tareas vitales para el desarrollo y preparativo de lo que sería la llamada “Operación Tormenta del Desierto” que se dividió en varias fases.

Tal como lo señalan los veteranos navales canadienses, uno de los objetivos encargados a estos grupos de tareas estaba el asegurar el tránsito de las aguas del Golfo y mantener ininterrumpido el abastecimiento del material bélico que debía desembarcarse, especialmente  en los puertos sauditas (http://www.veterans.gc.ca/eng/remembrance/history/canadian-armed-forces/persian-gulf ). Sin una fuerza naval de respaldo como la actuante, el desarrollo de las otras fases de la misión hubiera fracasado ya que como lo señalaron los entonces jefes militares a cargo del USCENTCOM, de los mandos aéreos agrupados en el CINCCENT y el mando naval NAVCENT, el tren logístico era crucial para el éxito de la campaña planificada la cual, debía ser lo más rápida posible.

El transporte de  material  y pertrechos fue en lo que respecta a la Campaña Tormenta del desierto, un desafío extraordinario que estuvo muy bien pensado y que resulto al final de cuentas una empresa muy bien calculada, pese a los márgenes de probabilidades de error existentes  y posibles contingencias no programadas en dichas operaciones. 

En ese marco uno de los suplementos vitales para el funcionamiento del tren logístico era el combustible y más precisamente, el combustible naval que no podía ser reemplazado por el existente en los emiratos del golfo. Ningún buque en operaciones en ese momento y menos aun los portaaviones, podían prescindir de éste aprovisionamiento ya que una de las características que había que mantener era la dinámica operativa (movimiento continuo). 

Si bien Arabia Saudita aprovisiono con su combustible a las unidades terrestres norteamericanas y británicas, las necesidades del combustible naval como el aéreo (Despachado por buques tanque) fueron necesarios traerlos por los convoyes marítimos que el plan logístico tenía previsto. Hacerse con éste elemento tenía sus complicaciones.

Simplemente habían dos factores que entorpecía esta provisión: Una era la poca disponibilidad del tipo de combustible útil (Navy Special) y el otro, el peligro latente que suponía el movimiento de atraque y salidas de la gran cantidad de buques operando en aquella oportunidad.

Entre las contingencias que preocuparon a los cerebros que coordinaba las operaciones desde Dharhan y Riad, estaba la libertad y seguridad de paso por el estrecho de Ormuz, que pudo haberse visto alterada por un repentino vuelco de Irán hacía su vecino que dicho sea de paso (y para no olvidar), pese a la cruenta guerra que tuvieron (1980-1988), Teherán permitió que mucho material del ejército y la fuerza aérea iraquí pudiera ser evacuado a su territorio.

De haberse producido este vuelco en la configuración del teatro, el movimiento de esas miles de toneladas de material que se transportó por agua hasta los frentes en Kuwait simplemente hubiera cortado el abastecimiento y el desastre hubiera sido asegurado. Solo para tener en cuenta una de las finalidades de la logística implementada, fue que por vía marítima se transportaron miles de toneladas en alimentos (39 a 40 millones de raciones), agua mineral y conservantes para unos 679.700 hombres de la Coalición (contando tropas de infantería y tripulantes de vehículos) reunidos en Arabia Saudita.

Si lo iraquíes hubieran tomado la iniciativa y tan solo hubieran comenzado a realizar ataques aislados sobre las primeras tropas que llegaban a territorio saudita y desplegado equipos de sabotaje en toda la península, no solo no hubieran podido cortar esas líneas de suministros sino que incluso estaríamos hablando de otra historia.

La fase logística debía ser como una cadena en movimiento continuo que entraba y salía por el estrecho de Ormuz, debiendo la flota aliada compuesta por diversos grupos de tareas (conformados por navíos de combate), prestar asistencia, custodia y seguridad para que ninguno de los buques de transporte y las naves hospital fueran blanco de un ataque por parte de unidades enemigas que pudieran infiltrarse en la noche.

Fue de ese modo que el grupo “ALFIL 1” compuesto por dos naves de guerra de la Armada Argentina, trabajaron codo a codo con las naves del grupo español compuesto por la corbeta “Cazadora”, el buque de transporte “Aragón”  y la fragata “Santa María”  las cuales a pesar de los anuncios de su gobierno que aclararon que sus unidades solo mantendrían posición en una “segunda línea de guerra” (como una forma de calmar las ansias de las familias y la oposición política interna), fueron parte vital de las operaciones de apoyo logístico a las operaciones que se desarrollarían desde Ormuz hasta las costas de Kuwait.

No hay que olvidar que otra de las funciones tácticas encomendadas a estas fuerzas de tareas fue la de proteger el litoral marítimo de Arabia Saudita que, según el Pentágono era el próximo objetivo de Iraq. En ese marco las naves argentinas y sus colegas canadienses y españoles, patrullaron regularmente los espacios acuáticos mencionados estando enmarcados junto a los EEUU, Gran Bretaña y el resto de países de ésta Coalición Aliada en la llamada Operación Escudo del Desierto que se extendería hasta las postrimerías del 16 de enero de 1991.

En lo que respecta a las actividades del grupo de tareas “Alfil 1”, parte de sus operaciones estuvieron dirigidas a hacer cumplir con lo resuelto por las resoluciones de Naciones Unidas pero, para ello, y en el marco de las estrictas directivas del mando militar de la Coalición con base en Riad, llevaron adelante un bloqueo naval con la finalidad táctico-militar (que se coordinaba con el plan estratégico general) de cortar el suministro de materiales y apoyo que pudiera llegar a Iraq por mar.

Fue por ello, que dichas tareas fueron a posterior del final de la guerra calificadas por los mandos navales estadounidenses como “destacables”. Todo esto y un cumulo informativo más fue parte de la demanda judicial presentada por un familiar de uno de éstos veteranos el 3 de agosto último.


Para concluir, no hay que olvidar que el desarrollo de la fase logística fue la condición sin la cual, no se hubiera podido implementar ni las acciones hostiles de bloqueo, las interdicciones y mucho menos la misma operación “Tormenta del Desierto”. El 95% del material llevado a los puntos Alfa en Arabia Saudita y luego en Kuwait pasaron por las aguas del Golfo Pérsico y para ello, Washington solicitó a la OTAN que pusiera a su disposición sus unidades navales compuestas por 140 buques de transporte que movilizaron 119 convoyes los cuales,  fueron custodiados entre otros, por el grupo de tareas “Alfil 1” que involucro nada menos que más de 500 hombres, una dotación superior a la provista por España pero con una notable diferencia: A estos si se les reconoció su condición de veteranos.