jueves, 28 de enero de 2021

“OFERTA ESTRATEGICA”





Argentina necesita un posicionamiento geopolítico y estratégico para saltar el cerco anglosajon que históricamente la condiciona en su desarrollo ¿Podrá ser Rusia su mejor opción?







En la política no hay amistades. Quien pretenda argumentar lo contrario no lograra dar ningún ejemplo duradero en la realidad que lo demuestre. El interés es la medida de los esfuerzos por establecer una relación estratégica entre estados donde cada uno de los interesados, bregarán por obtener algo a cambio de lo que su contraparte puede ofrecerle. Cualquier otra alegación a sentimentalismos, coincidencias religiosas, ideológicas y aprecio cultural es parte de una propaganda decorativa.

Actualmente en lo que hace a las relaciones que llevan adelante La Federación rusa y la Argentina vemos algunos puntos que han despertado suspicacias en los anglófilos y rusofobos locales que ya se veían en épocas de un país que históricamente se alineaba por la derecha con Washington. Durante décadas Buenos Aires se dejo influenciar por las políticas y la diplomacia anglosajona apelando a una supuesta afinidad culutural (judeo-cristiana) y amistad hemisférica hasta que el incumplimiento del TIAR en 1982 (para beneficiar a Londres) dejo aquellas creencias por los suelos.

A posterior de ello (sin haber aprendido de aquella lección) se agregaron los continuos ensayos y especulaciones que los estadounidenses pudieron aplicar en la región y especialmente en la Argentina gracias a esa obsecuencia social y política de gobiernos neoliberales como el Menemismo y sus sucesores que en cierta medida, tiene un arraigo cultural en el Establishment que se despliega en una franja exclusiva de la población especialmente porteña.

El último gobierno obsecuente a Washington y Londres fue sin dudas el de Mauricio Macri y pese a sus esfuerzos por atraer el interés de los EEUU hacia la Argentina, coincidió con un momento político y circunstancias internacionales que eran particularmente adversas a ese interés. La Casa Blanca estaba más avocada a resolver temas comerciales y de financiamiento interno sin darle importancia al intercambio equilibrado con otros países. Durante la administración Trump el proteccionismo se ejerció como jamás se había visto. Incluso más. El mismo Donald Trump cuando se le toco el tema de Sudamérica y las conveniencias de invertir en Argentina, (pese a estar conducido por un gobierno de CEOs liderados por un liberal como Macri) menosprecio las posibilidades de realizar alguna inversión en este país aludiendo a que sería algo así como tirar el dinero a la basura.

Sobre aquello último debemos remarcar que Trump fue un tenaz opositor al Establishment político y financiero estrechamente vinculado a la estructura política de los demócratas y republicanos aunque con mucha más relación –por una cuestión de intereses geopolíticos- con los globalistas representados por los Clinton, Obama, los banqueros de Wall Street, la selecta casta de multimillonarios algunos de ellos con puestos en el gobierno- y obviamente Biden que entre otras cosas, buscan extender la hegemonía global aún a riesgo de una guerra total con Oriente.

El cambio de gobierno con Alberto Fernández que aparenta una anquilosada tendencia seudo-izquierdista ha llevado a que se hayan producido inesperados cambios en las relaciones exteriores aunque tibios, cambios al fin. Ello lo vimos sobre la posición política hacía Venezuela y las esperanzas ante la asunción de Joe Biden. Esto no ha estado exento de cortos circuitos dentro del mismo gobierno –entre kirchneristas y peronistas- que pareciera demostrar tener dos canales diplomáticos opuestos, algo imposible de concebir. Pese a ello, se va haciendo patente una predilección en el establecimiento de relaciones fluidas con China y Rusia apoyadas en intereses que aunque algunos son poco comunes, si son muy convenientes.





Pero ¿Qué puede negociar o qué podría ofrecer un país como Argentina con potencias como China y Rusia? Este cuestionamiento ha surgido de algunos informadores que están tratando de crear un aire de sospechas en cuánto cómo hará la Argentina para pagar la provisión que Rusia esta haciendo de las vacunas SPUTNIK V a la Argentina. Estos que forman parte de la anglofilia local y que tratan de mostrarse como una categoría especial autodenominados “liberales republicanos” quienes no son más que repetidores de una postura rusofoba que campea en EEUU y el Reino Unido desde la mitad del siglo pasado. En su visión ponzoñosa, Rusia es un ente maligno y sus gobernantes, la encarnación de esa maldad que durante la “guerra fría” llevó el sello del comunismo soviético, hoy actualizado en la figura del presidente Vladimir Putin.

Dentro de este espectro encontramos desde el menosprecio a los medios rusos hasta comentarios hostiles hacia la figura del mandatario ruso que van más allá de una figuración meramente política. Acusaciones por los envenenamientos del espía ruso Skripal y del bloguero opositor Navalni han sido las más escuchadas y fueron vertidas siguiendo al pie de la letra la línea editorial de Londres, lo que demuestra un posicionamiento interesado.También, estos son los mismos que en su visión parcial dejan de lado otras situaciones aberrantes de la realidad geopolítica abiertamente violatorias de los derechos humanos que hace décadas abochornan al mundo.

Argentina podría sacar muy buen provecho de una relación estratégica con Rusia y viceversa. Pero quien más sacaría ganancia serían los rusos quienes harían pie en un sector estratégico del Atlántico sur con proyección hacia todo el continente. Esto obviamente no hace gracia a los británicos y mucho menos a los estadounidenses quienes cooperan desde hace décadas mediante las bases de la isla Ascensión en Brasil y Las Malvinas en el sur.

Algunas versiones oficiales han dejado entrever que Moscú y Buenos Aires estarían en conversaciones para la instalación en territorio argentino de estaciones del Sistema de posicionamiento satelital global GLONASS lo que sin lugar a dudas, permitiría a Rusia una mayor cobertura de sus redes de comunicación mundial.

No se pueden descartar otras opciones más geopolíticamente comprometidas.

La permisión para instalar una base naval rusa en las costas patagónicas podría resultar una de las medidas más revolucionarias que cualquier gobierno argentino se haya atrevido a tomar desde el fin de la guerra de 1982 ya que ello implicaría contrapesar la de por sí desbalanceada situación argentina en el control de sus recursos marítimos en el Atlántico sur. Esto sería considerado como una oferta irrepetible para Moscú en momentos que Joe Biden comienza a mostrar su intensión de recuperar el liderazgo de los EEUU en la OTAN con veladas intensiones por presionar a Rusia.

Ello sería mucho más factible que la proveer tecnologías militares dado que, la Argentina es un país políticamente díscolo, carente de una geopolítica propia y seriamente afectada por una corrupción estructural que no ofrece confianza. Es por ello que Moscú o incluso Pekín, no se arriesgarán a proveer armamentos o aviones de última generación sabiendo que tras un cambio de gobierno, serían entregados a Washington para que descifre sus debilidades.

Estos grandes admiradores de la “democracia” estadounidense, ciertamente no perdieron el tiempo en repetir la línea editorial de los medios que apoyan a Biden y callan en sus descripciones (no ya su pasado) situaciones y procederes nada democráticos del mandatario entrante. Horas después que Biden asumiera el cargo en la Casa Blanca comenzaron las purgas intestinas y así –entre muchas otras agencias gubernamentales- destituyó a la cúpula ejecutiva del medio “Voz de América” de la Agencia de Medios Globales por medio de la cual EEUU trata de influir con sus “radios independientes” en todas las regiones del planeta.

Pero yendo al punto, algunos de estos suspicaces informadores pretenden alarmar no tanto a los argentinos de a pie, sino a sus mentores en EEUU y el Reino Unido sugiriendo la existencia de un acuerdo secreto entre Buenos Aires y Moscú para quedar a mano con el coste de las vacunas. Y de ser cierto ¿Cuál sería el problema de que el gobierno establezca acuerdos estratégicos con otra nación soberana como Rusia? Queda muy clara la parcialidad y el interés que esconden estos “informadores” cuando operan con subterfugios dialécticos apelando a viejas tácticas de manipulación. El gobierno en ejercicio de sus funciones tiene la potestad de establecer las relaciones que más convengan al interés nacional y atendiendo al contexto histórico que rodea a la Argentina (condicionada por los Acuerdos de Madrid 1989/1990), tender puentes con Asia y Eurasia es algo que mucho más lógico e inteligente que continuar con la tediosa y nada benéfica carnalidad anglosajona que solo le ha dado a la Argentina, las sobras que para peor terminan en los bolsillos de una corrupción institucionalidad.

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