martes, 17 de enero de 2023

“COMPENSACIONES DE GUERRA”

 “COMPENSACIONES DE GUERRA”


¿Por qué algunas situaciones se hallan por encima de otras cuando se han desenvuelto en los mismos escenarios? Aquí algunas comparaciones y consideraciones legales que demuestran la histórica e injustificada deuda con los marinos argentinos del grupo “Alfil 1”.


Por Javier B. Dal
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Tal como lo explica la ley y los expertos en los temas legales, cuando existe un choque de derechos se debe tender a una articulación, a un entendimiento inteligente que trate de resolver el problema jurídico que se presenta por el camino más equitativo. Algunas cuestiones pueden llegar a ser dificultosas, otras completamente inexplicables, pero otras simplemente son irreconciliables, sin que ello obste a darles una solución apoyada en algún principio de la lógica.

El tema de los veteranos de guerra argentinos es una de esas situaciones. En la historia de su país, las situaciones de sus combatientes en todas las guerras pasadas, han sido más tarde o más temprano contempladas por legislaciones aisladas que terminaron por darles un poco de justicia a quienes tras cruentas batallas por su independencia o tras la llamada guerra de la Triple Alianza perdieron algún miembro, su salud o simplemente sus vidas.

En resumen, como estado la Argentina nunca sanciono una legislación unificada y coherente para que lograra atender a los casos que en el futuro pudieran presentarse. Esta abulia legislativa ha sido sin dudas una muestra más de la recortada y timorata visión de políticos corto placistas y totalmente desinteresados de los temas de la políticas de estado de la nación, engañándose con la imperdonable candidez  que reflejan expresiones como “nosotros no somos un país beligerante”, “Argentina es un país pacífico” y otras tantas sandeces que solo esconden el miedo al compromiso que representa manejar los altos asuntos de estado.

Igualmente y pese a ello, los derechos de estos hombres ya estaban garantizados en una dispersa pero presente legislación receptada en tratados y convenciones internacionales.

Todo este comentario viene a cuenta de la aún irresuelta situación de los veteranos de guerra argentinos que estuvieron en el Golfo Pérsico en 1991 y que según hemos venido viendo, parece haber una pequeña luz al final del túnel. Todavía al día de hoy cuando hago comentarios sobre esto muchos se miran extrañados y dicen ¿acaso estuvimos en una guerra en el Medio Oriente? O como también muchos otros respondían “ah no, esos fueron cascos azules de la ONU”, revelando en la mayoría de los casos, la clara ignorancia de lo que realmente ocurrió en aquel entonces.

Más allá de que los testimonios de algunos de estos efectivos en algún momento  han trascendido al conocimiento público, como el caso del suboficial Guillermo Cormik jefe de propulsión de la corbeta Spiro, lamentablemente ello no había ido más allá que eso (Diario Publicable. “1990-Argentina en la guerra del Golfo”. http://www.diariopublicable.com/democracia/1415-1990---argentina-en-la-guerra-del-golfo.html )

Al parecer algunas cosas han cambiado y algunos se están ocupando seriamente de la tratativa sobre la participación de esta misión argentina en uno de los momentos más calientes de finales del siglo XX  (Derecho y Justicia. “Son operativos los derechos del veterano del Golfo Pérsico?” http://derechoyjustcia.blogspot.es/ )

Precisamente por las indagaciones que  ha estado llevándose por este caso, se han encontrado datos muy interesantes que revelan que no solo existían esos derechos desde el mismo momento que los buques de la misión “ALFIL 1” fueron enviados al Teatro de Operaciones sino que –y peor aún- se les oculto deliberadamente el acceso de esos mismos para favorecer indebidamente a altos funcionarios gubernamentales de aquella época.

De esta manera nos comentaba uno de los investigadores legales que se avocan al tema, que en la misma legislación de Personal Militar 19.101 y su reglamentación, se hallan contemplados los derechos que les corresponden a quienes bajo estado militar han desarrollado actividades en conflictos armados, sean ellos bajo misiones de paz de Naciones Unidas como los llevados a cabo en coaliciones internacionales como la que tuvo lugar en 1991.

En pocas palabras nos dejaron en claro, que en ese tipo de acciones nadie y menos aún un estado, pone en movimiento sus fuerzas armadas –y ello implica a sus hombres- sin haber tomado en cuenta los costes operativos y los consiguientes rubros que deberán reconocer a sus efectivos a su regreso. Este punto de vista surge aún mucho más patente en la guerra del Golfo Pérsico, en la cual los más de 500 marinos argentinos no participaron en una guerra por la defensa nacional como si fue la de Malvinas en 1982, sino que estuvieron durante más de tres meses dentro de una zona de guerra internacional.

Incluso esto ha puesto en un blanco sobre negro que ha llevado a comparar situaciones que pese a su irregularidad y en apariencias no conectadas entre sí –si las comparamos con la misión argentina de 1991-, ello no ha obstado a que a ciertos sujetos de la misma nacionalidad –pero bajo otras lealtades- se les reconozcan sin dilaciones y sin discusiones, los más elementales derechos que surgen precisamente, de sus intervenciones en el mismo escenario bélico.

El caso que más sorprende y que se vincula con  “argentinos” es el de los más de cincuenta ciudadanos de esa nacionalidad que tras haber emigrado a los EEUU se enlistaron en las FFAA logrando por una orden ejecutiva del presidente George W. Bush  adquirir la ciudadanía para terminar combatiendo en Iraq en 2003. Claramente hay una notable diferencia entre estos “instantáneos US marines” con los marinos argentinos que participaron en la primera etapa de la guerra del Golfo en 1991, pero sin dudas de que ello remarca una amarga discriminación que no se puede dejar de mencionar.

Cuando estos más de cincuenta argentinos bajo la bandera estadounidense participaron en la invasión y posterior ocupación del país árabe en 2003, su situación –y por supuesto haciendo una valoración subjetiva- podía asimilarse a la de los detestables pero siempre presentes “mercenarios” o también llamados “soldados de fortuna”, que por dinero sirven al mejor postor. Estos elementos, que actúan bajo contratos con empresas de reclutadores locales que a su vez dependen de corporaciones como la estadounidense “Constelattion” y “BlackWater”, tienen a su vez reconocidos sus derechos en la legislación internacional.

Esta detestable comparación viene a cuento de que, pese a las consecuencias que estos combatientes causaron en dicho conflicto y todas sus consecuencias, a su regreso fueron reconocidos como veteranos e inmediatamente ingresados al programa de beneficios que el Pentágono tiene para quienes han cumplido con su servicio de armas en un conflicto armado, recibiendo la cobertura y el pago de una pensión (Benefits.gov. Pensión de veteranos. https://www.benefits.gov/es/benefits/benefit-details/284 )

Si lo vemos desde un ángulo práctico, estos cuarenta tipos no se equivocaron ya que sirvieron a un estado que –y más allá de las complicaciones por  las afecciones por radiación y químicos que aún son negados por el gobierno- cumplió con sus más básicos derechos, algo que de haberlo hecho en Argentina, habrían tenido que lidiar con las acostumbradas maniobras   político administrativas de los gobiernos de turno que los hubiera obligado a un incasable peregrinar en una larga lucha de papeles y frustraciones.

O que podemos decir de los mercenarios argentinos que combaten bajo contrato privado en Yemen y también en Iraq. Son varios los argentinos que trabajan para la empresa de seguridad “BLACKWATER” –que tiene nexos con el Pentágono- y que según algunas fuentes, ya hay bajas por meterse en este peligroso negocio (HispanTv. “Mueren un comandante mexicano y un combatiente argentino de Blackwater en Yemen”. http://www.hispantv.com/noticias/yemen/78429/yemen-ansarola-comandante-blackwater-taiz )

El caso del mercenario argentino Roberto .M, es ilustrativo de ello. Contratado por BlackWater en 2005, fue asignado con varios peruanos a proteger la legación norteamericana en Basora, al sur de Iraq donde tras un ataque con morteros, perdió su ojo derecho y le quedo para el resto de su vida una esquirla alojada en su espalda. Según él, la empresa lo retiro y le pago el tratamiento médico y su compensación en dólares por los servicios prestados.

A la vista de todo esto y tal como lo señalan las fuentes consultadas, la vías para reclamar el reconocimiento de la condición de veteranos de los marinos argentinos que actuaron en 1991 en la “Tormenta del Desierto”, siempre estuvieron ahí e incluso hoy con las modificaciones a algunos decretos reglamentarios, el camino aunque allanado, no estará exento de contratiempos y la necesaria actuación judicial por la resistencia del estado. 

“ALERTA, GUERRA NBC”

 “ALERTA, GUERRA NBC”



A diecisiete años de la Guerra del Golfo siguen saliendo más testimonios reveladores sobre las verdaderas implicancias de aquella guerra ¿Fue  convencional o la primera guerra de mediana intensidad de la historia?



Por Dany Smith
No importa cuántas veces retroceda en mi mente hacia a aquellas calurosas jornadas de la guerra del Golfo en 1991.para no dejar de descubrir varias cosas que se me habían pasado por alto quizá, por la frenética situación a la que estuve expuesto, quizá por efecto de ese llamado estrés postraumático que me convirtió en un paciente de por vida con un psiquiatra particular y con un médico clínico para controlar y que no reaparezca una neumonía atípica que no saben de donde salió. Como sea, poco importa ya no mencionarlo.

En una charla amistosa de espumosas cervezas en un pub de Londres con un camarada de la Naval estadounidense que llamaremos “Jimy T”, intercambiamos puntos de vista y nuestras historias de vida en la primera guerra de Iraq, aunque él también fue parte de la operación “Libertad Iraquí” en 2003.

“Como piloto de rescate de uno de los potentes helicópteros “Chinook” embarcados en el portaaviones “USS-John F. Kennedy” durante la guerra, vi de todo y hubo mucho más ajetreo de lo que muchos se han imaginado o de lo que el gobierno ha querido ventilar”, me comentaba entusiasmado. Una de esas cosas fue aquello relacionado con el tema de la amenaza del arsenal químico de Saddam y que nuestros comandantes mantuvieron oculto o tal vez a ellos tampoco les dijeron nada. Creo que solamente los almirantes y esos tipos que estaban sentados en una oficina en Washington, eran quienes sabían muy bien lo que estaba pasando y lo que nos podría llegar a suceder. Sabes que no puedes desconfiar de tu superior que está allí contigo, quien se ensuciaba las manos y se arremangaba su camisa para cambiar alguna válvula o corría el mismo riesgo de cortarse los dedos o un brazo con alguna pieza suelta que pudiera volar por la pista con un mal aterrizaje, ¡tú sabes!  

Todo esto lo comento por el tema que tanto han discutido muchos de nuestros camaradas y otros investigadores militares sobre si Saddam uso o no sus armas químicas contra nosotros. Pues, a pesar de toda la basura desinformativa y la censura practicada para que nuestras familias no supieran lo que realmente había sucedido, quienes estuvimos ahí somos la prueba viviente de aquella verdad que tanto han discutido o más bien han ocultado.

Realmente no sabría decir que era lo que estaba pasando en tierra mientras se desarrollaba la Tormenta del Desierto, pero algo sucedió el 20 de enero en pleno de las operaciones de bombardeo aéreo que desato una corrida en todo el Teatro.  Lo recuerdo muy bien. Había mucho jaleo en las líneas de comunicaciones que mostraban un alto nerviosismo como nunca había visto. Panamá en 1989 había sido un juego de niños y podía volar mi Bell sin el menor problema e incluso pude aterrizar en parque de la misma capital. Pero aquí sucedía algo muy pero muy grave pero por supuesto que se mantuvieron muy discretos ¿Que hizo saltar las alarmas “Tzech” para que fuera necesario proteger a los grupos de tarea navales de la retaguardia?

Recuerdo que hubo una alerta de ataque químico y se comenzó a distribuir el equipo personal de Q.B.N. a todos los grupos de combate y con especial preocupación a los que trabajaban con la protección de las líneas logísticas a cargo de “Operación Bishop”. Lo recuerdo porque en mi helicóptero llevamos varios de estos para que fueran repartidos en unidades navales de la retaguardia. Incluso había mucha preocupación por los buques logísticos más estratégicos como el canadiense de alije “Explorer” a quienes entregamos máscaras con carbones activados nuevos. También supe que otras unidades de nuestros muchachos aprovisionaron de máscaras y trajes de guerra química a los australianos, argentinos y españoles.

Nunca informaron que los iraquíes además de reaccionar con bastante inteligencia a la masividad de los ataques que se estábamos lanzando, pusieron en marcha una contraofensiva de la que nadie en nuestros jodidos mandos, jamás dieron detalles de haber ocurrido.  No me olvido aún como a varios de nosotros nos hacía  temblar las rodillas cuando Saddam lanzaba sus misiles sobre Arabia Saudita. Hombre, no te olvides que los misiles que lanzó contra Dahram y Ryad en algunos llevaba “Sarín” e incluso algunos de los que estuvieron en uno de esos ataques que no fue interceptado por nuestros “Patriots” tras el impacto se disperso sobre un radio de un kilómetro una nube de humo amarilla que indicaba el uso de un agente químico nervioso.
A pesar que nos jactamos de que teníamos muy buena información, muchos de nuestros colegas y lo peor de todo, muchos oficiales, tenían comentarios estúpidos que mostraba tener apenas  dos dedos de frente que incluían razonamientos como el que “Saddam no tiene tantos misiles como para matarnos a todos”.

No era raro de que esos tipos fueran los mismos que se ufanaban de nuestro poderío y a su vez no querían reconocer como Saddam nos había engañado con simples maquetas de plástico, madera y carros usados (viejos tanques T-55 y camiones con carcasas para aparentar blindados ligeros).  Cientos de millones de dólares en bombas y misiles fueron a caer sobre emplazamientos falsos que los iraquíes nos hicieron creer que eran reales. Imagínate cuantos de los misiles HARM usados para destruir supuestos puestos de comando y control de defensa aérea “SAM” y de los sistemas móviles “SCUD” solo destruyeron alguno de estos señuelos.

Calcula cuanto podría haber costado con un promedio de 94.000 salidas de operaciones aéreas de la Armada y de la fuerza aérea con base en Incirilik, Turquía.

Y mientras nuestros aviones se distraían con estos ardides, durante la primera semana de conflicto los iraquíes pudieron mantener una capacidad de contraataque casi intacta ¿Y qué creen que nos iban a arrojar para que dejáramos de machacar? Los misiles “S-SCUD-B” no eran peligrosos porque eran grandes moles que podían llevar a lo máximo una cabeza armada de 750 kg de carga activa, sin por que podían llevar ojivas con unos pocos litros letales de elementos químicos como el Sarín o el Gas Mostaza o también Cloro, lo que los hacía más autónomos.  Fueron disparados 89 misiles y solo fueron interceptados un 40% de ellos, aunque esa es la versión del gobierno y por ello dudo mucho de ella.

Un misil de esas características puso haber sido lanzado sobre la zona de operaciones naval y haber rociado como una llovizna finísima el veneno sobre toda el área y nosotros nunca habernos enterado. Si tienes en cuenta de que los iraquíes habían reformado a muchos de estos misiles para lograsen mayor altitud y con motores para darle mayor alcance, las posibilidades de que hayamos estado expuestos a las micro partículas del veneno sin que nos hubiéramos dado cuenta, parece muy posible.  Además estuve enterado de que hubieron períodos en los que las tripulaciones de varios grupos de tareas no podían salir a cubierta hasta tanto no recibieran autorización del centro de mando.

Si me preguntas a mí, yo nunca me creí todas esas mentiras que veías por televisión, apenas le creía a mis superiores cuando nos decían que no teníamos bajas que reportar y unos momentos después, algunos de nuestros aviones llegaban en llamas desde Kuwait. Si mentían con eso, seguramente lo harían con cualquier otra cosa. Además, la cantidad de enfermos “vets” que se han reportado por todo tipo de enfermedades no ha dejado de crecer y el gobierno no ha dado sino a medias, algunas explicaciones que con razón les reclamamos.

No te olvides que era muy mala prensa que se supiera que los iraquíes no solo estaban esquivando varios de nuestros ataques sino también que a pesar de las llamadas y fallidas acciones quirúrgicas contra blancos estratégicos como eran las lanzaderas, se supiera que no estaban dando con nuestra propia maldita medicina, la misma que le había vendido unos años antes laboratorios y corporaciones que luego pertenecerían a tipos jodidos como Donald Rumsfeld y George P Schultz y su maldita corporación de medicamentos y que después sería el encargado de la defensa, eso es demasiado hombre!

“LA PEQUEÑA LETRA DE LA LEY”

 “LA PEQUEÑA LETRA DE LA LEY”


Cómo se interpretan los hechos con las leyes y los reglamentos de servicio con las resoluciones de Naciones Unidas y la ley fundamental?



Por Dany Smith
¿Qué diablos pasa cuando hay un conflicto entre lo que dicen los hechos y lo que dice la ley? O más bien ¿Cuándo los hechos tratan de ser interpretados con una maraña legal de resoluciones, dictámenes y leyes? Esto es lo que parece verse en la actual compulsa de los veteranos argentinos quienes al parecer han tomado conciencia de que la lucha nunca terminó y que debían arremangarse las camisas para vindicar ellos mismos sus propios derechos.

Tal como le hemos mencionado antes, la lucha de los veteranos de la guerra del Golfo Pérsico ha sido tan dura y desigual en Estados Unidos, en Gran Bretaña o como lo están viendo nuestros camaradas argentinos; nada es un regalo y menos aún cuando hay tanta basura detrás de aquella guerra. Solo se trata de luchar nuevamente pero con otras armas y contra nuestros propios gobiernos (Pensamiento Político y Estratégico. “La Nueva Lucha”. https://pensamientoestraegico.blogspot.com.ar/2017/08/veteranosde-ayer-la-nueva-lucha-por.html )

Solo para dejarlo bien en claro, la participación argentina en la guerra del Golfo fue un hecho que ha pasado a la historia y no se trata de una hipótesis o de la interpretación de un supuesto, nada de eso, es un hecho duro que no tiene prueba en contra.

Pues, veamos con calma el tema. Según lo que se sabe de la misión asignada a los buques argentinos bajo la denominación ALFIL 1, la misma entro en operaciones en tiempo real y se unió a los esfuerzos de los demás grupos de tareas bajo el comando de operaciones navales MARCENT y del CENTCOM a establecer zonas de patrullaje de seguridad y control para hacer cumplir el embargo decretado por Naciones Unidas, esto hasta las 00:00 horas del 16 de enero de 1991.

Cuando expiró el ultimátum, todo el Teatro de Operaciones montado para las tareas de bloqueo y cumplimiento del embargo económico y comercial se agrego el componente de la hostilidad es decir, el inicio de la guerra contra las fuerzas iraquíes. En este marco la misión argentina junto a otros grupos de tareas internacionales (Canadá, España, Australia etc) se alinearon a las nuevas tareas que demandaría el inicio de las hostilidades, especialmente a las de vigilancia de la zona y de la ruta de abastecimiento.

El comentario viene a la sazón de los revuelos que parecen haber habido dentro de varios sectores de estamento militar argentino y del área de la defensa cuando se ha estado solicitando por los canales administrativos legales la remisión de informes referentes a las operaciones navales de la Armada en el Golfo Pérsico durante 1990 hasta 1991. Ciertamente el momento no es el mejor para el área luego del incidente del submarino “ARA San Juan”, pero separemos las cuestiones; el tema de la lucha por los derechos de los veteranos de aquel entonces es tan gravitante como aquella desgracia.

Volviendo a lo estrictamente legal, vemos que los hechos que la historia ya plasma en diferentes libros y documentales de varios países, incluyendo a la Argentina no dejan lugar a dudas de que fue lo que paso en la guerra del Golfo Pérsico ni de cuál fue el papel de la misión ALFIL 1, la más comprometida y activa participante en las operaciones de la “Tormenta del Desierto” que se extendieron desde el 16 de enero hasta el 28 de febrero de 1991.

Pareciera una grosera contradicción que a pesar de tan reconocidas y documentadas tareas por los entonces comandantes del Estado Mayor de la Armada de los Estados Unidos y los jefes de la inteligencia naval para con las dotaciones, particularmente con la compuesta por el destructor “ARA Almirante Brown” y la corbeta “ARA Spiro”, durante años el Estado Mayor de la Armada Argentina no tenía registros de ese evento trascendente de la geopolítica internacional.

Cuando se planteo el tema a algunos almirantes retirados, fueron reticentes en dar su opinión y simplemente nos cortaron el teléfono. No muy caballero, verdad?  Desde esta perspectiva hubo desde la llegada de la misión ALFIL 1 a Puerto Belgrano allá por abril de 1991 hasta unos pocos años atrás una nebulosa, un limbo en el que dicha participación prácticamente no aparecía como existente ¿Cómo podía ser posible mi Dios? Cuando se comento esto con algunos abogados especialistas en temas de veteranos simplemente no se extrañaron, pero si señalaron que tanta negación era absurdo.

Era sin dudas una torpeza absoluta. Cuando los mapas de operaciones del Comando central de operaciones (COC) en Darham que coordinaba las operaciones navales y aéreas en una importante parte del Teatro de Operaciones y donde los buques argentinos aparecen registrados con todos sus itinerarios, rutas, horarios, rutinas y tareas asignadas, no parece tener sentido una actitud semejante. Si el grupo de tareas no hubiera cumplido con sus objetivos hubiera sido muy duro para los muchachos en tierra que tuvieran el combustible para sus vehículos, llegaran los cohetes MK-20 “Rockeye”, que pudieran beber agua fresca sin los purificadores de agua (ROWPUs) o que las municiones para la artillería estuvieran disponible para los puestos de avanzada general (GOP).

El problema o mejor dicho, la novedad que surge de todo esto, es que se ha descubierto cómo se estuvo encubriendo el real carácter de la participación del grupo ALFIL1 (no mencionamos al ALFIL 2 ya que ingreso a posterior del fin de las hostilidades) por una cuestión meramente política más que de interpretaciones de la ley ¿Pero de qué ley me habla usted, podrá decir?

Es un hecho que el grupo de tareas T.88 partió con rumbo al Golfo Pérsico el 25 de septiembre de 1990 y que tras cruzar el estrecho de Ormuz por finales del mes de noviembre ingreso al Teatro de Operaciones en el cual se estaba desarrollando en ese momento la Operación Escudo del Desierto destinada a bloquear las rutas marítimas hacía Iraq y patrullar el litoral marítimo saudita, que se hallaba amenazado por una posible ofensiva iraquí. En aquel momento reportes de inteligencia advertían de una posible incursión rápida sobre las instalaciones portuarias de “Al Jubail”.

Todo esto, más allá de las resoluciones de Naciones Unidas que debemos reiterar, eran (y siguen siendo) de carácter facultativo.  Tras ello, el rol de las unidades navales muto ante el cambio de la situación y lo que era un mero bloqueo pasó a ser una situación de guerra abierta y fue por ello que su estado pasó a ser pro activo (a situación de combate)  a favor de la Coalición Aliada.

Ahora bien ¿Qué determino en esos momentos el Consejo Nacional de Defensa y el Ministerio de Defensa de aquel entonces? Si nos atenemos a lo que determina la ley de Defensa Nacional 23554 la Secretaría de Asuntos Militares a cargo de la Subsecretaria de Política y Estrategia debería haber elaborado un pormenorizado informe sobre la situación real en dicho Teatro de Operaciones, y no solo como paso previo para su envío sino también tras el arribo con la misión cumplida.  

Precisamente se hallan entre sus funciones la de Determinar los requerimientos para el planeamiento conjunto y formular y aplicar los principios y normas  para el funcionamiento y el empleo de las fuerzas armadas, tareas que dicho sea de paso también están a cargo del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas (EMCFFAA). En lo referente a la Secretaría de Asuntos Militares una de las funciones vitales para determinar el despliegue de una fuerza de combate es “determinar las políticas en materia logística”, una materia por cierto vital en la campaña llevada a cabo en la Tormenta del Desierto y en la que la misión ALFIL 1 presto admirable y reconocido servicio.


Por último (pero por ello no menos importante), el tema de la actuación “conjunta” que la misma ley y los decretos reglamentarios refieren, se vinculan a la amornización de las tareas entre las fuerzas de tierra, aire y mar que fueron aprendidas tras la guerra de Malvinas de 1982, pero que se aplicaron con mayor rigor y complejidad en la guerra contra Iraq de 1991 y donde más allá de la relativa independencia operativa de la agrupación argentina en pleno de las hostilidades, debía seguir y acatar sin la menor discusión las órdenes que surgían del Comando central de operaciones y que se vinculaban con la importante tarea de mantener el “grifo abierto” de suministros y cuidar que no fueran blanco de un agresión inesperada. 

“LA FASE QUE NO FUE”

 “LA FASE QUE NO FUE”


La historia poco conocida de los planes del gobierno menemista por ampliar la participación del país en la guerra del Golfo de 1991



Por Charles H. Slim

Sin lugar a dudas se puede decir que poco se ha dicho y mucho menos la opinión pública se ha enterado, sobre muchas cosas que se tejieron en el comienzo de la crisis del Golfo Pérsico allá por mediados de 1990.  Uno de los más ignorantes en todo ello ha sido sin lugar a dudas, los ciudadanos argentinos quienes suelen adolecer como de costumbre de una notable amnesia cuando se trata de hechos comprometedores y difíciles de abordar. Este episodio de la historia contemporánea en la que Argentina fue parte, no escapa a ese carácter timorato que acostumbra.

Según la historia oficial, cuando Iraq entro en Kuwait el 2 de agosto de 1990, comenzó una etapa de crisis internacional que pese a que se puso como disparador a la figura del entonces líder iraquí Saddam Hussein, fue especialmente propulsada desde Washington con intensiones que –a la distancia y por los hechos que ya se conocen- se hallaban encubiertas detrás de argumentos falaces sobre la defensa de la democracia, la libertad y los derechos humanos.  Haciendo uso de su notoria influencia sobre Naciones Unidas, la entonces administración republicana de George H. Bush  desplego (mediante una campaña mediática feroz) y al amparo del foro internacional, una de las guerras más terribles de final del siglo XX.

En aquellas circunstancias el entonces gobierno argentino presidido por el justicialista Carlo S. Menem asintió a la propuesta que, por una escandalosa influencia de Washington, Naciones Unidas proclamo y resolvió trabar sanciones económicas y comerciales contra la república árabe de Iraq. Los argumentos de Menem para semejante obsecuencia política fue el “respeto a la legalidad internacional”, en el marco de un “nuevo orden” que ya se asomaba dirigido desde el norte. Para ello aplicaron al pie de la letra el entendimiento del capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas y se esforzaron para que el entonces gobierno iraquí pareciera una amenaza de alcance global al cual había que frenar.

En esos momentos la CNN y las cadenas europeas solo hacían alarde de una sorpresiva situación que en realidad, no lo era ni para Washington ni Londres. Tanto George H. Bush como la entonces primer Ministra británica Margaret Thatcher sabían que había asuntos pendientes entre Kuwait City y Bagdad y ellos estaban haciendo todo lo posible para sacar partido de ese entuerto. La CIA y el MI-6 estaban muy presentes en las discordias fronterizas por el robo de crudo en los campos petrolíferos iraquíes de Rumailah y se encargaron de que ambas partes se acusaran mutuamente.

Todo estaba digitado y obviamente ello no estaría a la vista de los incautos y muchos menos disponible para la difusión mediática. Semanas antes de que esto se desatara, las tropas estadounidenses movilizaban tropas en Europa y los británicos daban inusuales señales de preparativos con acopio de pertrechos y vehículos en Rutland y Gutersloh, Alemania.

Por el contrario en Buenos Aires meses antes de que todo esto estallara no se sabía nada y el gobierno se hallaba más preocupado por concretar las privatizaciones de las empresas del estado que otra cosa. Aseverar que Argentina tenía una política de estado con respecto al Medio Oriente y en particular hacía los asuntos que disputaban Iraq y Kuwait es de una falacia inconmensurable. Incluso se puede asegurar que como estado, carecía de un posicionamiento político y estratégico hacia esa región.

¿Recuerdan la posición de Argentina? Brevemente, en ese momento el gobierno supuestamente nacionalista de Menem dio una patada a toda la historia del partido que decía representar y simplemente adopto la posición intervencionista de Washington, que obviamente justificó ante la opinión pública como un apoyo a la democracia y a la ley internacional. Es aquí donde comienza toda la farsa argumentativa del gobierno argentino para introducir a su país en un conflicto que aún perdura hasta nuestros días.

Conocemos bien como se desarrollo todo. Menem asintió inmediatamente a colaborar sin tener la más mínima información imparcial y propia de lo que realmente estaba ocurriendo allá. Visto a la distancia y atendiendo a la gravedad de la situación el comportamiento de ese gobierno fue claramente amateur y nada serio ya que, puso a la Argentina en una posición de la que históricamente había renegado (Como miembro del bloque de los países no alineados). Para sostener su posición, Menem y su canciller Domingo Cavallo aseguraron que su participación se daba en el marco de un “mandato” de Naciones Unidas y que por ende, ello era obligatorio. De esa manera ordenó el envió de dos buques de la Armada (Grupo Alfil 1) que zarparon el 25 de septiembre de 1990 de la base Naval “Puerto Belgrano” en momentos que habían muchas reticencias no solo políticas sino también militares sobre las implicancias de esa misión.

Desde el punto de vista legislativo internacional, jamás existió un mandato de Naciones Unidas y por ende no había obligación de remitir elementos para cooperar con los esfuerzos liderados por EEUU que desembocarían en una guerra terrible. Incluso al día de hoy, está muy discutida la participación orgánica y el maleable comportamiento del foro internacional en aquellas circunstancias. Fue una lamentable muestra de lo que devendría en el futuro, el uso de máscara para refrendar actos urdidos por Washington y sus aliados.

Pero el gobierno de ese entonces estaba decidido a colgarse del furgón de cola de la historia de un presunto triunfador y con ello obtener las mieles del éxito y la complacencia de la por ese entonces “única superpotencia” emergente de aquella era bipolar que se había caído junto al Muro de Berlín en 1989. Menem contaba con que en el peor de los casos EEUU aplastaría a los iraquíes; después de todo –debió haber pensado- Iraq no tiene como enfrentar a la única superpotencia emergente.  Como bien decimos, aquel gobierno estaba decidido hacer lo que fuese por caer en gracia a los anglosajones y no se quedaría con la remisión de una misión naval; no claro que no.

Según archivos e informes de la época revelan que Menem y su cúpula del Estado Mayor Conjunto, estaban preparando ampliar la colaboración militar para intervenir contra Iraq ya que, esperaban obtener muy buenos réditos (políticos y económicos) con esas señales. En algunos documentos de la época se revelan los planes (fechados por finales de agosto y comienzos de septiembre de 1990) para el envío de una fuerza terrestre compuesta por unos cien hombres de infantería del ejército argentino en una compañía mecanizada. 

Aquella misión había estado pensada asignársela a quien revestía como Comandante del Tercer Cuerpo de Ejército Jorge Maffey, quien contaba con una amplia experiencia en misiones de paz (Cascos Azules). Aquel cuadro de hombres debería estar compuesto por oficiales y suboficiales, que hablaran inglés fluido y por supuesto, que no tuvieran en sus curriculas personales antecedentes de ideas nacionalistas.  Eso obviamente en momentos que presuponían que solo habría unas escaramuzas y nada más, demostrando el grado de ignorancia y el alcance de los verdaderos planes que tenían predeterminados en la Casa Blanca desde mucho antes que todo esto comenzara.

De haberse concretado esto, las tropas que estarían pertrechadas para el combate (ya que no eran cuerpos de paz), además de estar posicionadas dentro del teatro de operaciones y bajo el comando del USCENTCOM, se habrían visto obligadas a participar de las operaciones ofensivas y a devolver el fuego (Conforme lo dispuesto por la Ley 23.904/91).

A esto solo se lo puede llamar inconsciencia por no decir otro calificativo más grosero ya que sin lugar a dudas el gobierno argentino terminó tragándose la carnada y todo el redil como un simple aficionado. De haberse concretado el envió de estos hombres seguramente muchos de ellos no habrían regresado y los que si lo hubieran hecho, estarían actualmente con complicaciones en su salud y luchando para que su gobierno les reconozca el derecho de veteranía.

Quedo claro que aquella crisis había estado planificada y controlada desde cerca por Washington. No solo lo han revelado documentos desclasificados y testimonios oficiales de la administración estadounidense sino también muchos de los documentos que se archivaban en los edificios del gobierno de Saddam Hussein los cuales fueron curiosamente saqueados por la invasión de 2003.

domingo, 27 de noviembre de 2022

LA PAZ QUE NO LLEGA CASCOS AZULES





La paz que no llega Cascos Azules

El sargento primero Sergio Balla perdió las dos piernas al estallar una mina en Croacia. La ONU lo indemnizó con 230.000 dólares, pero el gobierno argentino sólo le dio 1800 y se quedó con el resto. No es el único caso13 de abril de 2003








PARANA
"Al gobierno argentino le convenía que los cascos azules volvieran mutilados o muertos, así entraban millones de dólares por el resarcimiento -denuncia Estela-. Es chocante, pero es la verdad."

Su esposo, Sergio Balla, de 48 años, toma un mate y asiente con la cabeza desde su silla de ruedas, en la que se moviliza desde que tres minas antitanque le amputaron ambas piernas en Croacia, hace casi 10 años.


"Las Naciones Unidas mandaron más de 3 millones de dólares en indemnizaciones para todos los cascos azules mutilados, y unos 230.000 dólares por mi situación, pero se los quedó el gobierno", dice con bronca.

Sergio es suboficial principal del Ejército. El 16 de diciembre de 1993 era sargento primero y patrullaba Dragovich, una zona caliente de Croacia, junto al capitán José Rojas. A media mañana tocaron tres minas. La explosión le quitó la vida a Rojas y se quedó con las piernas de Balla, además de romperle en ocho partes la tercera vértebra lumbar, entre otras secuelas. Quienes lo rescataron aseguran que está vivo de milagro, y no podían creer que, al mes y medio, intentara pararse sobre las prótesis que le cedió la Cruz Roja en Zagreb.

¿Qué hacían allí?, preguntó LA NACION.


"Prestábamos servicio en la localidad de Novo Selo. Todos los batallones tenían un sector de responsabilidad y nuestra compañía estaba ahí para cuidar que no se enfrentaran los serbios con los croatas. A 800 metros teníamos un puesto de observación serbio, y atrás de la compañía, detrás de un cerro, estaba el puesto croata. Eramos la mortadela del sandwich. Nuestra misión consistía en hacer patrullas para mantener la presencia de las Naciones Unidas en ese sector y evitar los enfrentamientos."

Balla vive con su esposa Estela y sus cuatro hijos, dos de ellos universitarios, en la calle Salinas, de la zona este de Paraná, un típico barrio de clase media con veredas demasiado angostas. En este hogar se respira alegría de vivir, con varios trofeos a la vista, por el patín artístico que practica la única nena de la casa, pero a la vez hay un dejo de desencanto con los gobiernos.

Como pagaba un seguro, de su propio sueldo, el dinero que cobró por el accidente le alcanzó a Sergio para adaptar su vivienda a la nueva vida: ensanchó las puertas, cambió los sanitarios y la cama de modo que la silla de ruedas "molestara" lo menos posible a los suyos, y se hizo de un auto apropiado. Como los cambios en su casa se demoraban, colocó algunos dólares en el banco, y el dinero quedó luego dentro del ya famoso corralito. El Estado argentino le había pagado 1800 pesos (o dólares, por entonces), por toda indemnización.

¿Qué pasó con la indemnización de las Naciones Unidas?

"En el Ejército dicen que no nos deben nada, y estamos esperando una respuesta de los ministerios de Defensa y de Economía. Sabemos que algunas personas hicieron presentaciones en la Justicia, pero nosotros aún esperamos", dice Balla.
El dinero que no llegó

El caso del sargento primero Sergio Raúl Balla es uno de los ocho casos de cascos azules que no recibieron la indemnización girada por la ONU. En la nómina de compensaciones por fallecimiento figuran el mayor José Rojas (561.557 dólares), el capitán Esteban Lioni (450.514), el suboficial principal Francisco Acuña Godoy (450.907), el sargento Oscar Vallejos (289.816) y el sargento Marcelo Aguilera (296.182). Además de Balla, la ONU decidió compensar por lesiones que causaron incapacidad al capitán Alejandro Reuther (52.976 dólares) y al sargento Gustavo Parras (682.477).

Balla nos amplía que el gobierno argentino se excusa detrás de la ley 19.101, que fija un tope a las indemnizaciones militares, para negar la distribución del dinero, o dice que las compensaciones de Naciones Unidas llegaron para el Estado, porque los efectivos formaban parte de un contingente argentino, por lo que el dinero aportado por la ONU se considera una indemnización al país, y no para los damnificados. Pero Balla recuerda que el propio embajador Emilio Cárdenas, que representó al país en la ONU, rechazó estos argumentos en forma pública.

Su esposa es más drástica: "Con ese criterio, mandamos algunos más y si vuelven mutilados pagamos la deuda externa. Es un disparate. Usted imagine mi indignación -agrega-, porque yo sé lo que ha sufrido Sergio. El perdió las piernas por una causa noble, por la paz, son muchas cosas que se juntan acá", apunta.

En enero de 1998, la ONU giró a la Argentina un total de 2.731.455 dólares con destinos fijados. En el caso del sargento primero Balla le correspondían 229.559 dólares. El gobierno nacional sólo le dio 1800 y se quedó con el resto.

"Teníamos la idea de tomarnos unas vacaciones en familia cuando Sergio regresara de Europa porque en 25 años de casados jamás salimos, pero el accidente enterró varios sueños. Usted aquí lo ve entero, él se ha puesto las piernas, pero yo le aseguro que para una persona amputada no es fácil sonreírle a la vida cada día", sugiere Estela.

Prefieren no abundar en detalles, la situación se entiende. Balla disfrutaba del fútbol con sus hijos en el patio del fondo, hacía unas cien cuadras diarias en bicicleta para concurrir a los cuarteles, jugaba al básquet, salía a caminar con su esposa, y nada gozaba tanto como una tarde de pesca, con amigos, a la orilla del río. Todo eso es tiempo pasado. "Hoy disfruto un día pero lo pago al otro día".

Estela tiene que seguir concurriendo a su trabajo para ayudar a parar la olla, como empleada civil del Ejército, y Sergio se encarga de llevar los chicos a la escuela y de algunas tareas del hogar. Su esposa dice que preferiría estar más en casa para acompañarlo, porque toda la buena onda que se respira en la familia no evita, de tanto en tanto, algunos estados depresivos.

-¿Qué es la guerra para usted, Sergio?

-No hay palabras, hay que vivirla para saber lo que es. La guerra es lo más impune, lo más maldito, lo más atroz. La hacen los hombres por intereses. Se matan por un pedacito de tierra, de agua. Lo que muestran por televisión es la milésima parte de lo que sucede, la guerra es sufrimiento, amputaciones, muerte, chiquitos huérfanos, destrucción, hambre, pobreza, miseria, todo eso es la guerra.

A esta altura, Balla le da un especial valor a las condecoraciones de la ONU y del gobierno nacional, otra paradoja. ¿Está arrepentido de haber ido? "No, no, soy militar y me debo a mi profesión. Nosotros fuimos en representación del país. Eramos de las Naciones Unidas pero en nuestro brazalete estaba la Argentina, me siento un poco abandonado, no por el Ejército, pero sí por el país."lanacionar

lunes, 21 de noviembre de 2022

LAS MENTIRAS DE LOS MINISTROS DE GUERRA

 

 Sr. Ministro de defensa 

Licenciado Jorge Taiana

Referente a su misiva, veo la repuesta dada no se por quien, supongo sus asesores que la acreditacion, motivo por la cual el requerimiendo es en (abstrato).

Interpreto que este reclamo debe pasar por el Poder legislativo Nacional, que es competencia del Congreso, a esto lo tengo claro, para consagrar esta peticion.
Si esto para ustedes no es favorable para mi si, desconocen de varias cosas. Desde el año 2005 que veninos reclamando por todos los medio favorables y nadie nos da una repuesta concreta. Y mas me molesta que la misiva pase por Veteranos de Malvinas que no tiene nada que ver donde firma digital mediante el Sr. Crl. Jorge Zanella, mi imgino que a su edad no conoce lo que estoy pidiendo, donde este hecho fue transcendental para la Argentina, de las FF.AA en la Guerra del Golfo Persico.
Lastima que los responsables varios fallecidos ( Ex Presidente, y dos Ministro de Defensa de esa epoca 1990/1991) Solamente por lo que veo queda el ex Canciller Domingo Cavallo/ Guido Di Tella. 
De normas vigene se las envio para que vean que si exisstio, no encuentro el de esta oposicon cuando existio. El Estado Mayor Conjnto la tenian clara, por algo estuvimos en el Golfo.
Le adjunto que hizo el Congreso tanto como Senado como Diputados y normas de Compesaciones de Guerra, Boletines Oficiales ect.

Aca le agrego este escrito lo que estaban al frente de este conflicto:


La Argentina apoyará un ataque de EE UU a Irak con un equipo sanitario

Di Tella y Domínguez dijeron que irá personal médico militar si estalla el conflicto Aunque el Gobierno dice que no necesita aprobación del Congreso, la oposición quiere debatirlo 


Si tal como se prevé se llega a agotar la vía diplomática en la crisis que Estados Unidos mantiene con Irak, el Gobierno nacional respaldará el accionar militar norteamericano, a través del envío al golfo Pérsico de personal y equipos médicos y sanitarios militares.

Sin que existiera un pedido formal de los Estados Unidos, el canciller, Guido Di Tella, y el ministro de Defensa, Jorge Domínguez, se apresuraron a dar a conocer, ayer al mediodía -en la sala de conferencias de Casa Rosada-, la decisión del Gobierno de involucrarse si se acaban las palabras y empieza el lenguaje de las armas. 

El hecho se produjo en momentos en que parece inminente un ataque estadounidense a Irak .El propio canciller Di Tella, hace dos semanas, había anticipado a Clarín en la ciudad suiza de Davos que ésa sería la postura argentina respecto de la crisis del golfo. Un día después, el presidente Carlos Menem lo contradijo públicamente.

Di Tella y Domínguez aclararon que esta movida del Gobierno no requiere del permiso del Congreso porque los efectivos militares argentinos no participarán de ningún combate sino que harán apoyo logístico mediante equipos médicos y sanitarios. Pero los diputados de la Alianza ya adelantaron su oposición a la iniciativa del Gobierno, alegando que la Argentina no debe sumarse a iniciativas beligerantes .

 Lo más probable es que la Alianza solicite una sesión especial para tratar este tema.Según trascendió de fuentes oficiales, Menem sugirió que se analice la posibiliad de enviar tropas de combate, pero luego aceptó la postura de la Cancillería y del Ministerio de Defensa, de ir paso a paso siguiendo el desarrollo de los sucesos. 

El envío de una compañía sanitaria de 100 oficiales y suboficiales de las tres fuerzas armadas , es un gesto elocuente que indica que el Gobierno argentino descarta llegar más lejos en su compromiso si llega a producirse una escalada bélica en Oriente Medio.De este modo, la Argentina vuelve a alinearse en forma automática a los deseos de los Estados Unidos, que lleva adelante una doble presión sobre Irak. Por un lado, realiza una intensa gestión diplomática para sumar aliados. 

Y por el otro, reforzó su presencia militar en el golfo Pérsico para obligar a Irak a que acepte que los inspectores de las Naciones Unidas puedan ingresar a verificar si, como sospechan, Irak tiene almacenadas armas químicas y bacteriológicas.La Argentina se involucró en la guerra del Golfo en 1990/91, cuando una resolución de las Naciones Unidas solicitó a Irak que abandonde el territorio de Kuwait, país que había invadido. Saddam no aceptó retirar sus tropas del emirato y la réplica no se hizo esperar. 

Una fuerza militar liderada por los Estados Unidos y a la que Argentina aportó dos buques misilísticos para el bloqueo naval, entró en combate con las fuerzas iraquíes en la operación Tormenta del Desierto, y en pocos días derrotó a Saddam, quien fue obligado a aceptar inspecciones en su territorio.

Esa participación argentina en la guerra del Golfo fue festejada por el Gobierno y criticada por la oposición. Para el radicalismo y el Frepaso, la Argentina pagó un alto costo por haberse involucrado en una guerra ajena. Y dieron como ejemplo de ese costo los atentados que destruyeron la Embajada de Israel y la AMIA.El canciller Di Tella se encargó  de explicar que el problema con Irak volvió a agravarse porque desgraciadamente, está acumulando armas de destrucción masiva.

 Enseguida aclaró que la inspección de Naciones Unidas tuvo éxito en el campo misilístico y nuclear, pero no ha tenido igual éxito en el campo de las armas químicas y, menos aún, en las bacteriológicas, según lo reconoció.A criterio de Di Tella para solucionar ese problema la comunidad internacional está llevando adelante una intensa acción diplomática, pero si esta etapa fracasa -aclaró el canciller- hay que prepararse para acciones militares.

No obstante, el canciller aclaró que la presencia argentina se limitará a personal y equipos sanitarios militares y recordó que en otras ocasiones hemos hecho lo mismo, por ejemplo en Mozambique. Di Tella se refirió así al denominado hospital reubicable, unidad que la Argentina adquirió a EE.UU. en 1980, que utilizó en Malvinas y que debe contar con 100 efectivos para funcionar.

Consultado Di Tella acerca de si la Argentina no temía que pudiera producirse un tercer atentado a blancos judíos en el país por la decisión de involucrarse en un nuevo conflicto con Irak, el canciller dijo: 

La Argentina no va a limitar ni construir su política internacional sobre la base de las amenazas terroristas. No lo vamos a aceptar.

 Con Irak no hemos roto las relaciones, las hemos restringido, aseguró.Por su parte, el ministro Domínguez dijo que el objetivo central es obtener la paz y el cumplimiento de las decisiones del Consejo de Seguridad. 

Además, rescató como un logro que la Argentina sea el octavo país en el mundo en colaboración de tropas en misiones de paz.Domínguez aclaró que aún no está prevista la fecha del envío de la compañía sanitaria al Golfo porque ello depende de la evolución de los acontecimientos. 

El ministro y el canciller señalaron que los hechos dirán si es preciso incrementar la participación del país en el conflicto.

HABERES MARZO 2025

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